El corazón del hombre siempre ha palpitado de emoción al tratarse de oro. Desde siglos inimaginables hasta la fecha, este bellísimo metal ocupa un lugar sumamente importante en su corazón.
Y para comprobar dicha grandeza, podríamos situarnos en diferentes partes del mundo desde diversos momentos de la historia. En el Antiguo Egipto, por ejemplo, el oro fue valorado de tal forma que la decoración de tumbas reales así como los accesorios o prendas de los altos mandos, lo incluían de manera protagonista. Sarcófagos de madera revestidos con finas láminas del metal más dorado de todos así como collares, pectorales o brazaletes que recrean situaciones muy específicas, han sido hallazgos de quienes han entregado su vida a la investigación de la cultura egipcia del pasado.
Por otro lado, para los aztecas, el oro fue un símbolo de poder y divinidad absoluta. Los grandes jerarcas portaban una serie de diademas así como colgantes elaborados con materiales como plumas, piedras y por supuesto, este metal. En julio del 2017, en la Ciudad de México fue desenterrada la ofrenda de un lobo adornado con piezas de oro de esta cultura. Según los investigadores, lo anterior tuvo su origen más de cinco siglos atrás.
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