El oro resplandece a través de los siglos

por adminjoyam

El aprovechamiento del oro como símbolo de deidad y poder se desarrolló en el inicio del oficio más milenario: la orfebrería.

Desde los tiempos más antiguos de la historia de la humanidad, el oro ha ejercido una fuerte atracción para el hombre al ser un símbolo de élite y riqueza. Desde la antigua Roma, donde el metal dorado representaba inmortalidad y divinidad en muchas culturas antiguas, hasta la fiebre del oro de California, como signo de riqueza, poder, belleza y un importante activo financiero.

Desde 6 mil años a.C., distintas civilizaciones antiguas estuvieron ligadas al oro. De acuerdo con un artículo publicado por la World History Encyclopedia, los primeros hallazgos de oro se localizaron a nivel superficial cerca de los ríos en Asia Menor, tales como el Páctolo en Lidia. También, se sabe que los egipcios lo estarían bajo tierra desde el 2000 a.C. y luego los romanos en África, Portugal y España.

Existen evidencias que ponen en manifiesto que los romanos fundían partículas de oro a partir de minerales tales como las piritas de hierro. Fácil de trabajar y de ser mezclado con otros metales tales como la plata y el cobre para incrementar su resistencia y cambiar su color, el oro se usaba para una amplia variedad de fines.

Los egipcios de la época de reyes y faraones creían que sus dioses tenían una piel brillante hecha de oro; en tanto que en el Atlántico, la palabra azteca para definir al oro: Teocuitlatl, significaba excremento de los dioses.

En varias culturas mesoamericanas, el oro fue un metal aprovechado en cantidades modestas, quienes tan pronto como lo descubrían entre material aluvial, como arenas, limos y gravas de arroyos y ríos, eran atraídos por su color normalmente amarillo brillante, asociándolo con el Sol, considerado como un elemento sagrado en numerosas culturas.

Los descubrimientos arqueológicos de joyería precolombina son el firme testimonio de una orfebrería suprema. La metalurgia en la América antigua fue una técnica que transitó por vía terrestre y por vía marítima del sur al norte, a lo largo de 2 mil 500 años, hasta su expansión hacia Mesoamérica, teniendo sorprendentes expresiones de creatividad.

Diademas adornadas con detalles en turquesa, plumas de oro engalanando a los militares de jerarquía, entre otros, fueron algunos de las joyas más emblemáticas; además de recurrir a diseños moldeados por la antigua técnica de la cera perdida, uno de los métodos más usados en ese momento.

Según historiadores, la materia prima con que se diseñaron las joyas prehispánicas era cera de abejas y copal blanco. Los joyeros realizaban atractivos collares y pecheras, con cuentas de diferentes formas y tamaños; también se combinaban piezas de mosaico con piedras preciosas como jade, turquesa, lapislázuli y serpentina, a las que se atribuían propiedades mágicas y se les conferían simbolismos diversos.

De acuerdo con el artículo El Oro en la Antigüedad publicado por la World History Encyclopedia, las técnicas y las formas incluían la filigrana (una técnica ya conocida por los egipcios hacia 2500 a. C. donde el oro se estiraba hasta quedar como alambre y se retorcía en diferentes diseños), el martillado en formas delgadas, la granulación (decoración de la superficie con pequeños gránulos de oro soldados), el repujado, el cincelado, la incrustación, el moldeado y el grabado.

“Las cadenas de oro fueron fabricadas por primera vez en la ciudad de Ur en 2500 a. C., y que a la civilización minoica en Creta, a principios del segundo milenio a. C., se le atribuye la producción de la primera joya de cadena tipo cable y los minoicos hicieron una gran variedad de artículos de joyería usando una amplia gama de técnicas”.

Adornos, orejeras, bezotes, collares, pendientes, brazaletes y espinillas de oro en las fiestas religiosas, cada uno de los hallazgos arqueológicos muestran el brillo que dio el oro a través de la orfebrería para estas culturas.

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