Muchas son las cualidades que se atribuyen al oro, uno de los materiales más valiosos de este planeta, por lo que no resulta nada extraño que sea el elemento ideal para la fabricación de los más elegantes anillos de compromiso.
Tradicionalmente al oro se le atribuye una serie de cualidades que, entre otras virtudes, representan la propia durabilidad que ese material ostenta frente a la erosión o el desgaste natural; rasgo de permanencia que se convierte así en uno de los más deseables propósitos para cualquier pareja de enamorados que formaliza su relación amorosa mediante un anillo de compromiso.
Al parecer, históricamente fueron los romanos quienes en la antigüedad instituyeron la tradición de otorgar a la futura desposada un anillo fabricado en oro, a manera de amorosa promesa que expresara el mutuo deseo por vivir conyugalmente dentro de una unión pretendidamente eterna.
En cambio, y de manera por demás pragmática, algunas otras versiones argumentan que la razón primordial para que un anillo de compromiso sea fabricado preferentemente en oro, se pensaba que en el origen de esa tradición, estuvo presente la consideración del importante valor económico que una pieza fabricada en oro representa, motivo por el cual ésta, a futuro, vendría a convertirse en una especie de dote monetaria o herencia conyugal, misma que en determinado caso fortuito o necesario, aseguraría la protección económica de la amada poseedora.
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