Desde tiempos ancestrales, el oro ha inspirado emocionantes historias relacionadas al amor. En Colombia, es conocida una leyenda indígena llena de desamor. Ésta explica que cada una de las esmeraldas –mismas que hoy embellecen la alta joyería de oro-, representan una lágrima derramada por Fura, quien perdió a su amado Tena. Otra nos traslada a Europa, donde un joven modesto, dedicado al campo, quedó flechado por la hermosura de la doncella más rica del pueblo.
Apenado por su condición, el muchacho pasó años ahorrando para comprar un anillo de oro como muestra de sus sentimientos. Pasó un lustro. El joven se armó de valor y con la joya en sus manos, se dirigió hacia la chica.
Flechada por su tenacidad, ella le agradeció cada día que éste pensó en conquistarla, no sin antes decirle que no hubiese sido necesario comprar un anillo pues al igual que el oro, su amor hubiese brillado con la misma fuerza que lo hacía esa tarde.
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