LA MAGNIFICENCIA DEL ORO PRECOLOMBINO

por adminjoyam

En distintos países de América quedaron importantes vestigios de un arte orfebre con enorme trascendencia histórica y gran valor cultural 

El llamado oro precolombino lleva en el nombre su definición, ya que hace referencia a las creaciones orfebres realizadas antes del Descubrimiento de América, acontecimiento histórico realizado por Cristóbal Colón en el año de 1542.

Previo a las expediciones y conquista española, las diversas culturas amerindias emplearon diversas técnicas metalúrgicas para moldear el oro, creando regionalmente diversos y particulares estilos.

El oro en América generalmente se utilizó con fines ornamentales, es decir, en la fabricación de piezas de joyería, particularmente aros para colocar en las fosas nasales, brazaletes y pectorales; además, con ese metal se realizaron distintos objetos utilitarios y ofrendas destinadas a las ceremonias de carácter religioso.

Era común, de acuerdo a descripciones de la época realizadas por los cronistas de la Conquista, el uso de collares, pendientes, muñequeras y tobilleras en la población femenina; ornamentación corporal llevada también por los varones quienes además, en algunas culturas, se realizaban una perforación en la parte baja de su labio inferior, para adornar así su mentón con distintos elementos. Tales adornos, por supuesto, tenían una estrecha relación y correspondencia con el estatus social ocupado por cada individuo dentro de las jerárquicas sociedades indígenas.

Y aunque en su momento surgieron leyendas provocadas por la desbordada imaginación de los conquistadores, las cuales llegaron a hablar fantasiosamente de ciudades completas fabricadas en oro puro, como fue el caso de El Dorado, la realidad es que dentro de las colecciones de oro precolombino no es frecuente encontrar piezas elaboradas exclusivamente con ese metal; la fabricación de la mayoría de ellas corresponde a aleaciones con mezcla de plata y cobre.

Aún así, para tener una ligera idea del volumen y valor inicial del oro precolombino, baste decir que se calcula en 30 toneladas la cantidad de ese metal que en el lapso de un año, posterior a la conquista de América, los españoles obtuvieron mediante el saqueo o el despojo en distintas ciudades de nuestro continente.

La mayoría de esas piezas fueron fundidas para aislar el oro de sus originales aleaciones, luego fueron convertidas en lingotes de oro para transportarlas a España, situación que en la actualidad todavía limita un mayor conocimiento acerca de la verdadera importancia del arte orfebre en las culturas americanas originales.

Desaparición histórica que resulta más que suficiente para entender que las actuales piezas exhibidas en los museos de oro precolombino, aún en conjunto, son apenas una pequeña muestra de toda la grandeza de ese arcaico esplendor.

En el caso específico de México, fueron los aztecas y los mixtecos, los pueblos prehispánicos que mejor desarrollaron la joyería en oro, el nombre que los primeros dieron a ese material precioso fue el de teocuitatl, cuyo significado es “estiércol de dioses”; por su parte, la cultura maya asentada Yucatán tuvo también cierto uso de ornamentación con objetos de oro, aunque este fue menor y tardío.

En relación al cono sur del continente americano, la zona de los Andes fue el área más prolífica en la fabricación y el uso de la joyería en oro. En esa región destacaron los pueblos mochicas, nazcas, chimúes, todos pertenecientes a la cultura Inca, considerada sin duda alguna como la mejor poseedora de la joyería precolombina de toda América del sur. Como el tema del oro precolombino es muy amplio, cabe aquí a continuación, mencionar tan sólo algunas de las piezas más representativas a nivel mundial.

La primera de esas piezas sería la Balsa Muisca, elaborada en oro de hoja y que representa a un cacique indígena llevando un cargamento de oro sobre una barca, en compañía de unos remeros que navegan en la laguna de Guatavita.

También destacan los pectorales planos de la cultura Tolima que integran en sus diseños estilizadas figuras humanas; los tumi, que eran cuchillos para sacrificios con forma de media luna; y, dentro de la cultura Quimbaya, se encuentran los poporos, contenedores de cuello alargado que se utilizan como morteros para triturar ceremonialmente las hojas de coca.

Por su parte las figuras conocidas como Los Tunjos, esculturas en oro repr

esentado en forma por demás rolliza a guerreros indígenas, son otras de las figuras más representativas del oro precolombino, un arte que a pesar de todos los avatares de la historia, de manera prodigiosa ha llegado hasta nuestros días.

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