Balsa Muisca

por adminjoyam

Un tesoro de “El Dorado”

Con gran valor histórico, la Balsa Muisca es un testimonio de la rica cultura metalúrgica de los Muiscas y su profunda relación con el oro.

La Balsa Muisca es uno de los hallazgos más emblemáticos de la orfebrería prehispánica en el mundo. Con una gran relevancia histórica y cultural, al estar relacionada con los rituales y las creencias religiosas de los Muiscas, así como con la famosa leyenda de El Dorado, esta pieza votiva de gran tamaño perteneció a la cultura Muisca, una civilización precolombina que habitó la región central de Colombia, en los años 600 d.C – 1600 d. C.

De acuerdo con historiadores, la Balsa Muisca fue descubierta en 1969 en la Laguna de Guatavita, un lugar sagrado para los Muiscas, conocido por su conexión con el ritual de la ofrenda. El hallazgo se hizo durante una excavación realizada por el Museo del Oro de Bogotá, que guarda esta pieza actualmente. La balsa es una pequeña escultura de oro, aproximadamente de 30 cm de largo, que representa a un hombre sentado sobre una balsa, acompañado de figuras humanas y animales, todo elaborado en oro fundido.

Esta pieza no sólo es un testimonio del legado de los pueblos indígenas y una pieza clave en el patrimonio cultural de Colombia, sino es una ventana al pasado para conocer el inicio de la orfebrería en esta región. Los muiscas eran el pueblo de habla chibcha más avanzado y controlaban una extensión

de tierra que se extendía desde Bogotá hasta Tunja. A través de una red comercial, los muiscas intercambiaban sal por oro, convirtiéndose en metalúrgicos muy avanzados y desarrollando técnicas de fundición sofisticadas y aleaciones especiales de metales.

En su búsqueda por la Ciudad de Oro o El Dorado, los conquistadores españoles conocieron el ritual de iniciación mediante el cual los muiscas honraban a un nuevo líder cubriendo su cuerpo con polvo de oro y luego sumergiéndolo a él, su balsa y otras ofrendas en el lago sagrado. Los tipos de ofrendas que se colocaban en la balsa consistían en esmeraldas, -un recurso natural de Colombia- , y oro, típicamente en forma de tunjos, o piezas votivas que representan figuras humanas o animales.

Para historiadores, la Balsa Muisca es la representación de El Dorado, la ser hecha de oro y estar asociada a un líder indígena hecho de formas geométricas simples y aplanadas, con un rostro con formas espirales, almendradas, rectangulares y triangulares, el cual en una mano, lleva un bastón. También pueden distinguirse los tunjos figurativos, generalmente guerreros, madres y jefes, una muestra de la vida cotidiana de los muiscas.

En la pieza es posible verse el colgante de águila doble, que atribuyen a que se utilizó como emblema protector, el cual muestra otro estilo de orfebrería muisca, con dos águilas redondeadas y tridimensionales posadas sobre una forma plana y ensanchada que sugiere alas. En contraste con los tunjos y la Balsa Muisca, los colgantes generalmente presentaban un alto pulido y una superficie lisa.

Fabricada con técnicas de fundición propias de los Muiscas, la Blasa Muisca fue creada con el proceso conocido como cera perdida, que permite crear figuras de gran detalle. En este proceso, la figura de cera era modelada, luego se recubría con arcilla, y al calentarla, la cera se derretía, dejando espacio para verter el oro fundido en el molde.

Para la cultura Muisca, el oro no era solo un metal precioso, sino un símbolo de poder y divinidad. Se usaba en una variedad de contextos, principalmente en rituales religiosos. El oro, junto con otros metales como la plata y cobre, era considerado un “metal de los dioses”, y su utilización estaba ligado a la adoración de fuerzas cósmicas como el Sol y la Luna.

El oro también jugaba un papel muy importante en los rituales del Zipa (gobernante de Bacatá, lo que hoy es Bogotá), quien, según la leyenda, se sumergía en la Laguna de Guatavita cubierto de oro como ofrenda a los dioses, lo que simbolizaba la conexión con el mundo celestial. Este acto ritual, conocido como la “ofrenda del oro”, estaría relacionado con la Balsa Muisca, que probablemente fue parte de esos rituales.

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