Francisco Sánchez: Una estrella de la joyería en Jalisco
El origen de la obra de Francisco Sánchez viene de la gran influencia de su padre, quién, además de enseñarle el arte de la joyería, también lo indujo en la relojería. De él toma la fuerza para expresar su arte: «Desde niño empecé a ver lo que era (la joyería). En aquel entonces teníamos que traer baldes de carbón de la carbonería para poner la forja, que es donde se fundía el metal. Con una manivela avivaban las brasas para el crisol. De ahí se sacaban láminas o se vaciaba directamente el metal en la centrífuga. Mi padre era una persona muy creativa; él hizo su propia centrífuga, sus propios moldes para vaciar y hasta inventaba su propio investimento. Era relojero y me enseñó a ligar un metal, los valores de las piedras, cómo medir las piedras y de cuántos quilates son, tanto de diamantes, como de otras piedras preciosas».
En 1968 da inicio la historia de la joyería Citlali. En esta época se llevaba a cabo la 17ª celebración de los Juegos Olímpicos en México, evento que aprovechó para comenzar a difundir su obra: «Empecé en la joyería haciendo de todo un poco… Simplemente observando una piedrita y pensando -pues esta piedrita me puede servir para hacer unos aretitos, algún anillito-. Fui buscando la manera de que se viera bonito hasta que llegó un día una retratista y pintora de aquí de Guadalajara, María Luisa González Aréchiga, y me dijo -tengo unos códices de México-. Los códices son la forma de escritura de los aztecas, de los mayas… yo jamás había sabido lo que era un códice, porque en las escuelas jamás nos hablan de eso, sino de historia muy superficial. Ella me explicó que los códices eran una forma de expresión que se llama escritura ideográfica, o sea, que a través de los ‘monitos’ se va leyendo lo que es la historia. Fue entonces cuando me llegó la inspiración y dije -bueno, ¿por qué no?- y empecé a hacer netamente joyería prehispánica. En ese momento se abre un mercado exclusivamente para la joyería en oro, ya que la plata en nuestro país era para los pobres. Quienes demandaban joyería en plata eran los americanos, pero estilo ‘western’, o sea, para los vaqueros americanos, que era lo que más se fabricaba aquí en el país. Como sea, entré a un mercado nuevo para mí, pero que tuvo éxito a través de tener contacto con esas figuras».
Este diseñador encuentra su creatividad en el corazón, ya que considera que viene de la necesidad y el deseo de expresar algo. Cree que es una fortuna y un deleite vivir buscando alguna manera de manifestarse en el ramo de la joyería. La inspiración la encuentra en la naturaleza, y considera que los mexicanos somos sensibles a ésta.
Cree que para crear, es importante ser uno mismo y descubrir sus propias pasiones, sus gustos, tomar elementos que después son transformados en joya mientras busca la armonía, la estética, el color y las texturas.
Francisco es uno de los pioneros de Expo JOYA. En su momento, se sentía raro por ser el único expositor con joyería de plata, pero siempre apostó por diseño y la identidad de sus creaciones: «Las exposiciones nos han permitido ampliar un mercado porque originalmente salíamos a las calles a vender y viajábamos a las ciudades con las maletas llenas de producto. Ahora ya no se puede hacer eso, pero en aquel entonces era la manera de abrir camino. Yo estaba enfocado al mercado turístico y la única ciudad turística real era Acapulco, no había otra».
A finales del 2010, superó dos de los desafíos más grandes de su carrera: realizó doce piezas para el Minerva Fashion, en donde fue reconocido por su trayectoria. También creó 13 mil 500 piezas para el Corte Inglés (tienda departamental de gran importancia en la península Ibérica) en donde estarán en exposición sus obras: «Hice modelos especiales para ellos porque dije -ellos van a comprar cosas pequeñas con características 100% mexicanas-. Cuando se los presenté fue aprobado inmediatamente. Con este pedido, vamos a llegar a Madrid, Barcelona e Islas Canarias».
Hoy en día se encuentra interesado en realizar actividades que le quiten la ‘presión’ administrativa que Citlali le genera: «Nunca voy a dejarlo, voy a seguir diseñando y voy a estar al pendiente, pero espero nunca dejarlo. Mi papá estuvo hasta los 90 años estuvo en la joyería… se murió, pero en la raya quedó. Quiero estar hasta el último momento en lo que me gusta hacer».
Al respecto de la joyería actual, comentó: «Yo creo que existen dos aspectos, el mecánico y el artesanal. Uno es para la gran masa de gente: cadenas y broqueles que tratan de imitar a la joyería italiana de uso cotidiano, sin innovar. El otro es la joyería con más sabor, la que tiene originalidad y estilo, con la que se puede decir ‘esto es joya mexicana’. Cualquiera que vea mis diseños puede decir ‘Este es Citlali’; esa es la gran diferencia, tener el sello; se puede ir a cualquier parte del mundo y pensar ‘esto es mexicano’».
Sin lugar a dudas Francisco Sánchez es un digno representante de la joyería mexicana y por supuesto de Jalisco. Es un hombre emprendedor, un soñador que ha podido llegar a la cima del éxito en una de las profesiones más competidas.