Por su color, tamaño y lustre, las perlas del Mar del Cortés le han dado a México una distinción de calidad y exclusividad, siendo el único país con la granja comercial de perlas cultivadas más importante de América.
La única granja comercial de perlas en el Continente Americano se encuentra en Guaymas, Sonora; allí se desarrolla la ostra Pteria sterna, mejor conocida como concha nácar, una especie nativa de la región que produce una perla con los colores más brillantes como ninguna otra en el mundo.
En entrevista para JOYA Magazine, Guillermo Soberón Chávez, director de la empresa Perlas del Mar de Cortés, compartió que en 1993, tres estudiantes del Tecnológico de Monterrey Campus Guaymas: Enrique Arizmendi, Douglas McLaurin y José Manuel Nava, realizaron una investigación sobre las granjas de perlas en la zona, logrando así desarrollar técnicas para el cultivo de las ostras perleras en el Mar de Cortés.
“Empezaron con la inquietud de que si había especies de ostras perleras y existía la tecnología de cultivo, por qué entonces no se cultivaban. Empezó como un proyecto de investigación, ellos iniciaron como parte de su programa de maestría, patrocinados por el Tec de Monterrey en 1993, para 1996 ya estaban produciendo las primeras perlas que llamamos medias perlas o mabes, que crecen pegadas sobre la concha”.
Seberón Chávez señaló que la especie Pteria sterna es totalmente distinta a las otras ostras que se cultivan en el oriente pacífico, en China y Japón, lo cual las hace totalmente exclusivas a las del mercado por su lustre y variedad de tonalidades, consideradas a nivel mundial como las más finas.
Tras el éxito obtenido, el proyecto de investigación trajo después, en 1999, la producción de perlas libres, es decir, aquellas que no nacen adheridas a la concha. Su gran desarrollo hizo que los estudiantes fundaran la granja de cultivo Perlas del Mar de Cortez, ubicada en la bahía de Bacochibampo.
La exclusividad de las perlas se debe, en parte, a la capacidad de producción anual. De acuerdo con el director, mientras la producción de las perlas de Tahití es de entre 6 y 8 toneladas por año, y en China son centenas de toneladas de perlas de agua dulce, en Perlas del Mar de Cortez por año se obtiene una cosecha de 4 mil perlas, las cuales 80% se vende en México, 15% en el extranjero y 5% en su página en línea. “Al ser una especie única es mucho más complicada de cultivar, de hacer el proceso de inoculación para su producción. Es una especie bastante rara a la que se produce en otros lugares y su anatomía es mucho más complicada. Si bien tenemos planes de crecer la parcela, no queremos que suceda lo que a Tahití, por ejemplo, que como creció tanto se devaluó. Una perla que se produce montones de toneladas al año, es muy probable que muchas personas la tengan, pero en cambio una perla con poca producción, es exclusiva”.
Compartió que el mayor volumen de venta en el extranjero es a joyeros y diseñadores de Estados Unidos, sobre todo en la feria de gemas que se realiza cada año en Tucson; sin embargo, también estas piedras han tenido como destino países como Inglaterra y Nueva Zelanda, donde hay una coleccionista que tiene la mayor cantidad de collares con este tipo de perlas “En México tenemos un volumen importante de venta, sobre todo porque que nos hemos vuelto un atractivo turístico de la región con visitas guiadas a la granja, por lo que tenemos un flujo comercial importante de visitantes mexicanos”, señaló Seberón Chávez, quien destacó que el valor de las perlas va en función de su tamaño, color y lustre, rondando desde los 6 mil hasta los 65mil pesos, según sea el caso.
Bajo un estricto control de calidad, la cosecha anual de Perlas del Mar de Cortez destaca por tener como prioridad la cantidad de nácar, la cual deberá tener al menos 8 milímetros de capa interna para cumplir con los estándares internos de calidad. El proceso para obtener una cosecha de perlas de calidad puede tardar hasta 4 años; esto por el procedimiento natural y socialmente responsable que se hace en la granja para no violentar la riqueza natural del Mar de Cortés.
Consideró que, si bien México tiene un importante potencial de desarrollo en la perlicultura, con una producción histórica de gemas naturales desde hace más de 400 años, se debe ante todo priorizar el cuidado al medio ambiente, apegándose a la Norma Oficial Mexicana 058, que regular el cultivo de las ostras perleras: madreperla (Pinctada mazatlanica), concha nácar (Pteria sterna), madreperla del Atlántico (Pinctada imbricata) y la ostra perlera alada del Atlántico (Pteria colymbus).
“La Norma Oficial Mexicana establece todos los lineamientos que deben cumplir las granjas en México; esta norma la desarrollamos y colaboramos con el objetivo de que no se fueran a realizar las malas prácticas que se dieron en otros lugares, donde la producción es enorme de perlas y eso ha ocasionado afectaciones al medio ambiente”, compartió el director, quien dijo que el descubrir nuevos sitios para el cultivo de perlas, requiere de una investigación bastante meticulosa.
De acuerdo con la granja Perlas del Mar de Cortés, la belleza de estas perlas se debe a sus tonalidades y suave lustre aterciopelado; la durabilidad, por el grosor de nácar y por el largo tiempo de cultivo, y la rareza, por lo difícil y laborioso que es obtener estas perlas de la especie Pteria sterna.