Proveniente de árboles que datan de 25 a 50 millones de años, el ámbar es la única gema preciosa de origen vegetal en el mundo, con un color y energía tan poderosa como el sol. Sus tonalidades amarillas y naranjas, la hacen bella por naturaleza.
En nuestro país hay yacimientos de ámbar, principalmente en la comunidad de Simojovel, en el estado de Chiapas; de ahí se extrae el 80% del ámbar mexicano. Los árboles sudan esta resina como protección de las plagas. Tras el proceso de exudación, inicia la polimerización de la resina, con lo que se endurece. Si permanece dentro de restos minerales, la resina se fosiliza. En el caso del ámbar, se trata de una resina conservada por millones de años.
Desde hace muchos años, se le ha relacionado a esta gema con propiedades energéticas y místicas siendo utilizado por muchas culturas como un talismán o remedio medicinal, teniendo como virtud revenir o aliviar los problemas de las articulaciones e inflamaciones, y todas las enfermedades relacionadas con la alergia.
En la joyería, su uso se relaciona desde el siglo V, principalmente en colgantes para prevenir resfriados. Las pequeñas esculturas de ámbar chinas se utilizan para asegurar la fecundidad de la pareja, por eso se utiliza en ciertos filtros de amor orientales.
Hoy en día, el ámbar se coloca en pulseras, anillos, collares y aretes. Por lo general se suele montar en joyas de plata, ya que está piedra resalta el brillo y le da un toque cálido. Sin embargo, también se puede encontrar ámbar en joyas de oro o plata rodiada en color amarillo.
Actualmente existen cerca de 500 minas de esta piedra orgánica en Chiapas, explotadas principalmente por indígenas tzotziles y zoques, quienes lo conocen como pauch. Actualmente, Chiapas cuenta con en Museo del Ámbar en San Cristóbal de las Casas.
Gema suave
El ámbar no soporta el calor, se derrite fácilmente con una simple llama de una vela desprendiendo un olor característico a savia de pino.