Vibraciones amorosas, usos estéticos y aplicaciones exquisitas en la joyería hacen del cuarzo rosa algo muy especial
El mundo de la joyería no se pone celoso cuando del cuarzo se trata. Es especial si se presenta en su forma tierna. Sí, la más hermosa de todas: la rosa.
Y es que si bien este mineral atrapa la mirada en todos sus colores, nadie puede negar que cuando se manifiesta en dicha tonalidad, las posibilidades son infinitas más allá de las joyas. ¿El motivo? Quizá más de alguno.
Empecemos. Al cuarzo rosa se le asocia con propiedades curativas. Al tratarse de la “piedra” del amor, se cree que éste extrae las energías negativas y las convierte en verdadera energía amorosa, incluso que se dice que el contacto con este cuarzo permite sanar cualquier tristeza existente en el corazón.
Por otro lado, en años recientes su uso se ha intensificado en espacios dedicados a la belleza y el balance corporal. Por ejemplo, es común encontrarle como herramienta de masajes relajantes e incluso en utensilios con fines estéticos; desde un punto de vista holístico, brinda innumerables beneficios para la persona, como el cuidado de la piel hasta una sensación de calidez.
En cuanto a la joyería, el cuarzo rosado usualmente es combinado con cristales y piedras semipreciosas. Regularmente concebido en joyas hechas de plata; es común verle dentro de piezas con un lenguaje romántico dirigido al mercado femenino.
Sí, amamos el cuarzo rosa.
Para saber…
Por su definición más formal, brindada por la Real Academia Española, un cuarzo es un mineral formado por la sílice. Su color es variable gracias a las sustancias con los que esté mezclado.
¿En dónde puede encontrarse el cuarzo rosa?
En el mundo, latitudes como Brasil y Sudáfrica protagonizan algunos de sus yacimientos más grandes.
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