Columna de opinión | Luis Enrique Bolívar.
Periodista y stylist de moda.
Los formatos no convencionales para presentar tendencias en moda constituyen siempre un nuevo reto. Y, precisamente, Escaparate ha sido un proyecto que implicó el replanteamiento de las clásicas puestas en escena a las que acostumbramos en nuestro sector. Frente al innovador concepto presentado por la Cámara de Joyería de Jalisco, no podíamos conformarnos con un desfile o performance de los que se estilan en las diferentes plataformas conocidas, sino que debíamos ir un paso más allá con un equipo que entendiera a fondo lo que significa brindar un toque de magia a un exigente público.
De esta manera, fue necesario articular los diferentes lenguajes de los participantes en uno solo, con el fin de crear una propuesta que brindara una experiencia única e integral alrededor de las piezas ideadas por los diseñadores invitados a formar parte de esa especial velada.
El equipo no podía ser mejor. La reconocida coreógrafa Martha Hickman coordinaría a su grupo de bailarines, la sensacional compositora, música y cantante Natalia Ángel crearía una pieza exclusiva para la ocasión, y el genial Enrique Morales “Chester” se encargaría de la dirección técnica; todos comandados por el ingenio creativo de Saúl Rubio e Ileana Cortés.
En mi caso, tendría a cargo la coordinación de moda y estilis- mo. Lo interesante y, al mismo tiempo complicado, era que en esta oportunidad debía fusionar el talento de modelos con bailarines profesionales y no en una pasarela, sino en el escenario del majestuoso Teatro Degollado, ícono de nuestro estado que sería un motor inspiracional para todos nosotros.
Diseñar la experiencia no fue algo sencillo, pero significó el disfrute de un laborioso proceso. Lo primero que llegó a mi cabeza fue la admiración que siempre he sentido hacia el trabajo de la artista del performance Vanessa Beecroft. Sin embargo, este suele ser algo estático y totalmente femeni- no. Es así que debía recurrir a su arte, pero solo como un punto de partida. Lo más interesante de todo esto fue que junto con un grupo de mis alumnos de diseño de modas del CUAAD, de la Universidad de Guadalajara, ideé una coreo- grafía en diversos actos que pudiera tener correspondencia con lo que ya había presenciado en un primer ensayo de la maestra Hickman pero que, al mismo tiempo, comunicara el tema central de esta edición de Escaparate: Las Bellas Artes.
Por el lado estilístico, la situación no era realmente com- plicada, ya que contaría con los increíbles diseños de Miguel Pánuco, el calzado de Dione, el maquillaje y peinado de Hugo Garza y el talento de un maravilloso grupo de modelos. No obstante, había que armar el rompecabezas en función de las piezas de joyería y de contribuir, desde nuestra trinchera, a la configuración de un verdadero espectáculo.
Luego de pruebas de vestuario, un ensayo general y variadas juntas y gestiones, se llegó el gran día. El respeto que merece el espacio elegido para la gala, implicó ciertas limitaciones -pero muy necesarias- en cuanto al uso del mismo. Un par de ensayos matutinos y uno vespertino, fueron suficientes para que todo estuviera listo y comenzara la verdadera acción, frente a los selectos espectadores que ocuparon las butacas de nuestro imponente Teatro Degollado. El resto, ya es historia…