Las mil lecturas e interpretaciones que nos permite el ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha plantean circunstancias y reflexiones quijotescas que, propias de su tiempo, aún se mantienen vigentes en el nuestro.
Destinada a trascender, hace 54 años nació Citlali Joyas, una firma de diseño de joyería de plata que surgió de la soñadora y apasionada locura —cuerda, como la de Cervantes— de Francisco Sánchez, un hombre que rompió los paradigmas de un sector que, en aquel tiempo, concebía a la joyería sólo desde la belleza del metal más noble, el oro.
Sin embargo, su incesante gusto por el diseño de joyería llegaría por azares del destino, con una petición especial de una clienta pintora y retratista que le entregó unos dibujos de códices y sellos de México para recrearlos en metal.
“Se me hicieron muy bonitos y le dije: “déjemelos, vamos viendo qué podemos hacer en plata, y a ver si a los americanos les gusta”, porque para los mexicanos no, el mexicano yo sabía que sólo le gustaba el oro; entonces, hice diseños y saqué una pequeña colección”.
Sus piezas encontraron su lugar en la Casa de las Artesanías, donde su buena aceptación incrementó su producción, y con ello, más tarde, la oportunidad de exportar piezas de diseño mexicano a países como Canadá y Estados Unidos.
Lo que parecía haber llegado como “anillo al dedo”, representaba una desafiante oportunidad para consolidar esa locura que demandaba entrar en absoluta razón y atender la demanda.
“Enviando las piezas a Nueva York, dije, ah, ¡caray! no tengo taller (ríe). En ese momento las piezas las había trabajado con alguien que iba al negocio a hacer reparaciones de soldadura, pero no tenía a nadie más”.
Todo se dio. Sus diseños, el acabado final que le daba a las piezas que llegaban con una etiqueta a sus nuevos dueños, comenzaban a materializar ese sueño llamado Citlali (Estrella, en Náhuatl) un proyecto que nació con la convicción de ser empresa y cuyo nombre trascendiera en sus generaciones, “… porque a diferencia del nombre, las personas mueren y se acaban, pero la empresa queda, sigue, trasciende; entonces esa la misión que yo tuve”.
“En una ocasión me preguntaron: “y, tú, ¿cómo vendes?”, y les dije: “yo vendo Citlali, yo no vendo plata, vendo marca, diseño, calidad, garantía”, porque ellos cuando vendían decían: “me compra plata””.
Trascender a través de sus hijas, con un legado inherente que actualmente ha hecho florecer a tres marcas de joyería de diseño mexicano (Gabriela Sánchez, Flora María y Citlali, esta última a cargo ahora de su hija Rosana Sánchez), recorrió el mundo entero con su firma, mostrando lo más profundo de la belleza prehispánica a través de su joyería en plata .925, pero con los estándares de .950; la calidad nunca fue debate.
Como el Quijote y Sancho, cuyas andanzas de dos hombres que decidieron abandonar su rutina, salir juntos y recorrer tierras del mundo cabalgando, son testimonio de que toda aventura puede iniciarse sola, pero sólo se trasciende si se tiene con quién compartirla.
Taxco y en la Ciudad de México, Sanborns, para ser precisos, fue el escaparate potencial de las colecciones de diseño de joyería en las que ya no sólo eran piezas con inspiración prehispánica, sino también en la naturaleza. Más tarde, llegaría el puerto de Acapulco que, en los meses de noviembre a marzo, aseguraba una venta exitosa.
Lector apasionado y generoso, Francisco Sánchez es una antología del arte experimentada en una sola vida. Relojero, diseñador de joyería, pintor, escultor, —padre y abuelo a corazón abierto—, comenzó su vida profesional en una época en la que pocos eran muchos.
Uno de los fundadores de Cámara de Joyería Jalisco, fue parte de la gran apuesta que hoy la conforman más de mil negocios afiliados. Una institución que nació esperanzadora, con la necesidad de agremiarse, de ser camaradería para formarse, profesionalizarse y, también, trascender.
“Cuando uno inicia todo le falta, conocimientos, relaciones porque uno trasciende a través de las relaciones que uno tenga, porque de otra manera se queda uno aislado. En Cámara de Joyería Jalisco éramos 10 personas, todos los socios éramos parte del consejo”, dijo Sánchez Sahagún quien participó en él durante 30 años.
Desafiarse a sí mismo para enfrentarse a los retos del momento, ha sido una aventura construida a base de experiencias alrededor del mundo, por América Latina y Europa. Sus creaciones lo han llevado a lo más alto, a ser reconocido a nivel local, nacional e internacional (recientemente en el proyecto Denísova, en Córdova, España), con intervenciones que, 54 años después, siguen profundizando y desafiando el talento artista de un hombre apasionado al arte, el teatro, y a su paraíso: su casa y su cultivo de orquídeas.
Su más reciente intervención, —y la razón de todo este vínculo con el que cuatro siglos después sigue trascendiendo como el canon de la novela moderna: la obra de Cervantes— es una pieza inspirada en el libro Don Quijote de la Mancha, que simula la bacía que Don Quijote le quita a un barbero al confundirla con un yelmo; y alrededor de él, hojas enrolladas para simular una lechuguilla o cuello típico de esa época; su lanza, Sancho y las primeras palabras de la novela: “En algún lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”.
“Sancho era transparente, fuerte y noble, pero este señor (Don Quijote) era soñador. Cuando doy la plática de mi pieza, organizada por la UNAM en coordinación con otra joyera, les hago sentir que yo soy Don Quijote, soy Sancho Panza y Dulcinea, soy todo porque de un lado soy equilibrado, pero del otro soñador”.
Hoy, Francisco Sánchez, no es sólo lo que hay detrás y después de Citlali, es el legado que deja a toda una industria que trasciende a nivel internacional, a través de la única expresión que materializa lo que nace del talento y la creatividad: el diseño de joyería.