Las minas de Sado o Sado Kinzan fueron las minas de mayor producción de oro en Japón, conviertiéndose en la mayor fuente de ingresos del gobierno shogunato Tokugawa que controló la isla y las minas más de 200 años. Expertos señalan que su capacidad de extracción es similar a la de las minas de Potosí, en Bolivia, o a las Zacatecas, en México.
Según investigaciones sobre este destino, en el periodo Edo (siglos XVII al XIX) se descubrió una mina de oro en la isla, lo que provocó una elevada afluencia de pobladores en el lugar. En este lugar se llevaron a cabo tareas que iban desde la minería hasta la fabricación de monedas koban.
El oro comenzó a extraerse alrededor del siglo XII, produciéndose un total de 78 toneladas de oro y más de 2330 toneladas de plata. Las venas de oro se extendían más de 3 mil metros hacia el este y el oeste, 600 metros hacia el norte y el sur y 800 metros en profundidad, con lo que la longitud total de los túneles alcanzaban los 400 kilómetros.
Sado es la octava isla mayor de Japón a sólo 45 kilómetros de Niigata. Fue un lugar de exilio durante la Edad Medica, en el que fueron desterrados muchos intelectuales hostiles al gobierno, lo que contribuyó al desarrollo de una cultura aristocrática local, destacando una verdadera pasión por el No que todavía persiste actualmente.
Hoy en día el lugar se ha convertido en una instalación turística, el sitio Histórico de la Mina de oro de Sado, donde se muestra sobre los cambios en la tecnología minera y los métodos de producción, además de mostrar a los turistas los pozos de la mina y las instalaciones de tratamiento del mineral.