La jadeíta es una de las dos variedades del jade, alcanza su máxima expresión en la forma conocida como jadeíta imperial, al tener un verde esmeralda intenso, de textura fina y sorprendente translucidez.
En la industria joyera y en el mundo de las gemas preciosas, la Jadeíta destaca por su aura de misterio, belleza y valor imperial. Más allá de su apariencia hipnotizante, esta piedra encierra siglos de historia, simbolismo cultural y un prestigio reservado solo para los conocedores más exigentes.
Este tipo de jade no solo es raro; es extraordinariamente valioso. De hecho, de acuerdo con expertos, en muchas ocasiones ha superado al diamante en precio por quilate. Su único origen de calidad gema se encuentra en las montañas del norte de Myanmar (Birmania), en una región conocida como Hpakan. Allí, en condiciones geológicas únicas, se forma esta piedra que por siglos ha sido objeto de veneración, especialmente en la cultura china.
Durante la dinastía Qing, la jadeíta imperial era exclusiva de la familia imperial. Aún hoy, sigue siendo símbolo de nobleza, longevidad y protección espiritual. El jade, en la filosofía oriental tienen un significado especial; esto es, una manifestación del alma y el carácter.
En el mercado actual, distinguir entre jade natural (Tipo A) y jade tratado (Tipos B y C) es fundamental. Solo la jadeíta sin alteraciones químicas conserva su integridad y verdadero valor. En la industria joyera, las piezas auténticas, especialmente los brazaletes y colgantes, pueden alcanzar cifras importantes en subastas y joyerías de lujo.
Pero más allá de su cotización, la jadeíta imperial representa un vínculo entre lo eterno y lo terrenal, siendo así una piedra milenaria que evoca la belleza de lo natural que proviente de la tierra.
