Después del diamante, el Rubí es la piedra preciosa con mayor dureza en el mundo. Su color rojo puro la hacen escasa y altamente deseada.
Perteneciente a la familia de los corindones, de los cuales todos excepto el rojo es conocido como zafiro, esta piedra preciosa ha estado presente en muchas civilizaciones antiguas.
Los antiguos griegos la conocían como antras “carbón vivo”, debido al color tan intenso que tomaban al ser expuestas al Sol. Su tonalidad rojo radiante sugería una llama brillando a través de la ropa y capaz de hervir agua.
Como con la mayoría de las piedras preciosas, se pensaba que los rubíes tenían poderes supremos, por lo que muchos soldados griegos y romanos solían decorar sus espadas y escudos con rubíes, pues consideraban que atraían fuerza y ayudaban a sanar las heridas.
Al igual que con muchas otras piedras preciosas, a los rubíes también se le atribuyen propiedades curativas; se cree que además de estimular la circulación sanguínea, está relacionado también con la digestión, pues eliminan los bloqueos. También protegen contra la energía negativa y fortalecen la fuerza de voluntad y la autoconfianza.
Según escritos antiguos, el rubí era extraído en Birmania, país asiático; sin embargo, otros señalan que los primeros yacimientos fueron descubiertos en Sri Lanka, India y Madagascar, donde actualmente se encuentran los principales yacimientos de esta piedra preciosa. Lo que es un hecho es que poco a poco fueron tomando gran protagonismo en las colecciones de joyería de importantes monarcas.
Una de las joyas más emblemáticas es el rubí del siglo XIII que adornaba el anillo de coronación de los reyes de Escocia, así como el anillo de las reinas consortes, de la prestigiosa marca de joyería de realezas en aquella época: Bridge y Rundell.
La parure de diamantes y rubíes de la Reina Ingrid de Dinamarca, anteriormente en posesión de su madre, la reina Luisa de Suecia, así como el emblemático collar de diamantes y rubíes de Elizabeth Taylor diseñado por Cartier y que fue subastado en Christie’s por 3.778.500 dólares se convirtió en la subasta de joyas más valiosa de la historia y las ganancias se destinaron a obras de caridad.
El anillo de compromiso de la reina Mathilde, un anillo de oro amarillo que el Rey Felipe le dio a la reina Mathilde cuando se comprometieron, engastado con un gran rubí en forma oval, ha sido otra de las joyas con rubí más icónicas en el mundo.
Asimismo, hay piedras que actualmente se encuentran expuestas en museos, como el rubí Edwards, un birmano de 167 quilates donado por John Ruskin al Museo Británico de Ciencias Naturales. El rubí Roser Reeves, un ejemplar impresionante de rubí con efecto estrella procedente de Sri Lanka de 138 quilates de peso, y que actualmente es propiedad del museo Smithsonian en Washington.
La calidad del rubí se mide por su color, pureza, saturación y brillo. Su valor aumenta a más peso y mejores proporciones o tallado. Actualmente, la mayoría de los rubíes se extraen del sudeste asiático, Australia, Brasil e India.
El rubí, junto al diamante, zafiro y la esmeralda forma parte de las cuatro piedras preciosas más imponentes y magníficas del mundo.