Colaboración especial
Saúl Rubio, gerente de moda en Cámara de Joyería
El diseño, el lenguaje de lo propio: joyas que proyectan emociones y múltiples historias.
La definición de resplandor, según los diccionarios formales, es el brillo de algunas cosas. Esa palabra dentro del lenguaje de la joyería trasciende el terreno de los estereotipos y la obviedad de los metales preciosos.
Vamos por partes. La industria de la moda en su perspectiva general, ofrece productos que cumplen con una función específica: indumentaria para cubrir nuestro cuerpo. Sin embargo, la magia comienza con un aderezo poderoso: el diseño.
Hoy trazamos su impacto en el mundo de la joyería, tema que guía a esta página y, francamente, la manifestación más bella dentro de los sectores que dan soporte a la escena de la moda en una escala global.
¿De qué nos sirve tener la mejor pieza si no contamos algo a su alrededor? Probablemente la joyería sería un instrumento meramente decorativo del cuerpo. ¿Y si conocemos la mente creativa detrás de su concepción? Su valor (monetario) aumenta de forma directa porque el nombre del autor siempre tendrá un peso en la percepción del costo-beneficio.
El diseño, entonces, ofrece un bagaje más amplio que explora las posibilidades de la estética, la ergonomía y por supuesto del storytelling; en la joyería mexicana, por ejemplo, este universo creativo es sumamente rico en opciones, con componentes como plata, oro, acero, gemas, cristales, así como experimentaciones, elementos diferenciadores y otros materiales alternos para conceptualizar, desarrollar o aterrizar narrativas; ese es el gran atractivo de la joyería de diseño a diferencia de las líneas industriales.
En nuestro país, como decía, encontramos líneas inspiradas (y reinterpretadas) en toda clase de imaginarios: la naturaleza, la geometría, el cosmos, las fábulas, la arquitectura, los paisajes, las tradiciones, la literatura y un sinfín de temáticas que emer- gen desde la imaginación del diseñador.
Por fortuna, la historia que cuenta cada colección posee grandes virtudes: por un lado, asombrar al usuario y por otro, inspirarlo a hacerla propia. Esa fascinación sólo se alcanza (y proyecta) cuando existe una conexión emocional con las joyas. Y, sin equivocaciones, el diseño es el gran aliado para lograrlo.