Asociado a descubrimientos de ciudades con abundante oro, el mito de El Dorado se ha aplicado a casi todas las creaciones fantásticas imaginadas por nativos americanos o por los propios españoles, y que hoy, algunas de ellas son llamadas leyendas- La conquista del Reino de Cíbola, conformada por siete ciudades repletas de oro, hoy es una expedición que jamás encontró su objetivo.
Las Siete Ciudades de Cíbola eran las míticas tierras de oro que los españoles del siglo XVI creían que existían en algún lugar del suroeste de Norteamérica; esta creencia nacía a partir de una leyenda que aseguraba que siete obispos habían huido de la Península Ibérica tras la invasión musulmana, y viajado con todas las riquezas y reliquias que pudieron salvar, más allá de la Mar Oceana (el Atlántico) a una tierra generosa y misteriosa donde habían fundado siete ciudades llenas de oro y piedras preciosas.
Se creía que los obispos habían bautizado a esas ciudades con los nombres de Aira, Anhuib, Ansalli, Ansesseli, Ansodi, Ansolli y Con, las cuales conformaban el reino de Cíbola y Quivira.
Estando España estaba recién instalada en el virreinato mexicano, la Nueva España, los primeros europeos que dieron fe de la existencia de estas ciudades fueron cuatro supervivientes de la desastrosa expedición de 1527 de Narváez, incluyendo al explorador Álvar Núñez Cabeza de Vaca, el cual fue corroborado por el fraile franciscano Marcos De Niza en 1540.
El Virrey, Antonio de Mendoza, armó inmediatamente una expedición militar rumbo al norte, con la misión de encontrar estas fantásticas ciudades. Capitaneada por Francisco Vázquez de Coronado, la expedición salió en 1540 del actual Jalisco.
La partida avanzó peligrosamente por sendas escabrosas y desérticas, pues diversos clanes de indígenas habitaban en aquellos ignotos parajes. Durante la expedición hubo la muerte de un gran número de nativos americanos, directa o indirectamente, robando sus reservas de alimentos, ocasionando su inanición.
Fray Marcos ordenó entonces a Estebanico (un esclavo negro) que se adelantara con guías indios mientras él acampaba en espera de noticias. Harto de aguardar sin saber nada, el fraile reanudó la marcha y localizó a uno de los guías indios, el cual le refirió el asesinato de Estebanico.
Tras varios meses de búsqueda, nadie halló ni una sola de las maravillas referidas por Marcos de Niza. Coronado encontró sólo poblados de barro y adobe, por lo que Marcos de Niza se vio obligado a confesar que él no había visto ninguna ciudad maravillosa con sus propios ojos, sino que había confiado en las palabras de Estebanico.
Pese a la gran decepción, los hombres de Coronado siguieron explorando todavía millares de kilómetros. Naturalmente, no encontraron ni una sola de las siete ciudades de leyenda, porque todo no era más que una falsa ilusión.
¡El gran descubrimiento!
A pesar del descubrimiento fallido, los españoles fueron los primeros europeos en poner pie en el Cañón del Colorado, hallazgo que durante su trayecto denominaron: la gran barranca.