El platino es un metal que ha ganado terreno como símbolo de elegancia duradera y exclusividad. Más raro que el oro, ya que se estima que por cada 30 toneladas de oro extraídas, solo se obtiene una de platino, este metal precioso destaca no solo por su escasez, sino por sus cualidades físicas.
Sus propiedades lo hacen ideal para joyería, aplicaciones industriales, electrónica, y como catalizador en procesos químicos y automotrices. El platino es un metal de transición blanco-grisáceo, denso, maleable y dúctil con un brillo metálico. Es extremadamente resistente a la corrosión y al calor, con puntos de fusión y ebullición muy altos.
De acuerdo con el World Platinum Investment Council, el mercado mundial de platino en joyería representó aproximadamente el 25% del consumo total del metal en 2024, con una demanda de cerca de 1.8 millones de onzas. La mayor parte de esta demanda proviene de Asia, particularmente de China, donde el platino se asocia con pureza y estatus.
Aunque el platino ha tenido que competir con el oro blanco por su demanda en el marcado, su revalorización reciente responde a una búsqueda de autenticidad y longevidad en el diseño de joyas. Además, la creciente conciencia sobre sostenibilidad impulsa a consumidores y diseñadores a optar por metales nobles como el platino, que resisten el paso del tiempo sin perder su brillo ni su integridad estructural.
En un panorama internacional, china es el mayor consumidor mundial de platino en joyería, representando cerca del 50-60% de la demanda global en este sector. En Japón, también tiene un lugar fuerte en el mercado de alta joyería. En países como Reino Unido, Alemania y Suiza, el platino también se emplea en joyería fina, aunque suele competir con el oro blanco y el paladio.
Hoy en día, este metal precioso se encuentra en anillos de compromiso, alianzas de boda
pendientes y collares finos, así como en joyería de autor, sobre todo en recubrimientos, lo que lo hace más accesible al consumidor.

