Por: Thelma Gust Ramos
El simbolismo que tiene el oro en esta temporada cobra protagonismo en el origen de la tradición de los Reyes Magos, la historia de tres reyes que aparecen en los Evangelios Apócrifos, en los que el término «mago» se interpreta como personas que no poseían magia o eran hechiceros, sino reyes que con un amplio conocimiento en astronomía y ciencia.
Con la llegada de Jesús, según los evangelios canónicos, los obsequios de los tres Reyes Magos: Gaspar, Melchor y Baltazar, simbolizaban el reconocer la llegada del Rey. El oro, se representó como un regalo que reconocía a Jesús el Rey de Reyes. Entregado por Baltasar, el metal dorado fue símbolo de reconocimiento a su realeza y grandeza; mientras que el incienso era un presente para Jesús como Dios, y la mirra, reconocía a Jesús como hombre.
Jesús nace en el Portal de Belén, un lugar humilde, pero sigue haciéndolo como Rey. «El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin» (Lucas 1, 26-38) El Niño Jesús, Dios hecho carne, viene a ser el Rey de Israel, además de Salvador de toda la humanidad. Por eso, en calidad de «rey», recibe el oro.
En la antigüedad, estos tres elementos estaban asociados a ciertos conceptos y rituales. En oro simbolizaba la pureza, que no se corrompía ni se alteraba, por lo que su valor era muy preciado y se entregaba a Jesús por ser merecedor.
Las reliquias de los tres reyes magos fueron llevadas de Constantinopla a Milán y después a la Catedral de Colonia en Alemania.