Durante días estuvieron atendidos por todo lo alto. Como era de esperarse, militares, nobles y familiares de Moctezuma comenzaron a dudar de las intenciones de los visitantes, sin embargo, el Tlatoani aseguró que la voluntad de los dioses ya estaba escrita. Sus antepasados hablaban de hombres del color del sol que llegarían para tomar el poder. Cortés aprovechó la pasividad y confusión del líder azteca, haciéndolo prácticamente prisionero en su propio palacio. Más tarde acudió a Veracruz para vencer a Pánfilo Narváez, otro conquistador que había sido enviado para capturarlo. A su regreso a Tenochtitlán, éste encuentra un escenario turbio.
Los aztecas protagonizaron una rebelión a causa de una matanza que los españoles cometieron en el Templo Mayor. Moctezuma intentó calmar los ánimos de su pueblo pero la muerte le encontró, hay versiones que aseguran que éste recibió una pedrada en la cabeza, otros apuntan a un asesinato por parte de los españoles. La llamada Noche Triste, vio a los extranjeros derrotados. En pleno escape, perdieron el tesoro que robaron y sus riquezas acumuladas.
Tiempo más tarde con la caída de Tenochtitlán, intentaron recuperarlo al torturar a Cuauhtémoc, el último emperador azteca. El resto es historia. El tesoro nunca fue encontrando y durante años, otros conquistadores trataron de seguirle la pista, se sumergieron en las aguas de profundas lagunas donde se creía había sido escondido o caminaron por terrenos secretos propuestos por quienes decían saber la verdad.
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